NIÑOS DE LA PANDEMIA: EL RETO DE LEER Y ESCRIBIR EN LA EDUCACIÓN VIRTUAL
Crónica Periodística
Yanibel hurtado vargas
Aún recuerdo como si fuera ayer aquella expresión que se dibujó en su rostro; era de angustia y preocupación sobre el inicio de sus clases, y tan pronto como pudo corrió a los brazos de su madre en busca de consuelo. Alejandro Mario tenía seis años y esa mañana, con mucho entusiasmo, alistaba sus colores y cuadernos para enrumbarse a la primaria; rutina que abruptamente sería interrumpida por el entonces presidente del Perú, Martín Vizcarra Cornejo, que pasada las 12 del mediodía de un 15 de marzo del 2020 había acaparado los diferentes espacios periodísticos para anunciar el estado de emergencia nacional a causa de la presencia del SARS-CoV-2 (covid-19) y con ello un conjunto de medidas restrictivas.
Al día siguiente, se oficializó el aislamiento social obligatorio tras la publicación del Decreto Supremo N° 044-2020-PCM, estableciéndose el cierre temporal de las instituciones educativas, y de todo espacio que implicara la concentración de almas; además, se implementaron nuevas reglas de convivencia que rápidamente Alejandro Mario repetía de memoria, pues a su corta edad comprendía la magnitud de la situación; esa que le obligaba a olvidar sus cuadernos rojos y amarillos en un rincón de su casita, a la espera de las lecciones de lectura y escritura, de sumas y restas, con una constante curiosidad sobre el rostro de su maestra; a quien pudo conocer a través de una pantalla de computadora a cinco meses de la emergencia sanitaria.
Así transcurrieron los días, entre incertidumbre, desesperación, esperanza y tensa calma. La pandemia del covid-19 desnudó la crítica situación del sistema de salud -que se volvió prioridad- del sistema educativo, el productivo y demás sectores. En el caso escolar, una respuesta casi inmediata del gobierno fue la implementación de la estrategia educativa “Aprendo en Casa”; un programa radial y televisivo producido por el Ministerio de Educación (Minedu), dirigido a los niños y adolescentes peruanos de los niveles inicial, primaria y secundaria, que irrumpió en el aire el 6 de abril de 2020, con algunas limitaciones en forma y contenido. De esta manera, el año escolar de Alejandro Mario inició en el calor de su hogar, en medio de su cotidianidad, sin mochila ni uniforme, pero con muchas ganas de aprender a leer y escribir.
Las clases por radio y televisión fueron particulares, de rato en rato Alejandro Mario se perdía entre las raras palabras y el largo discurso que usaba la locutora que hacía las veces de “maestra”, mientras intentaba infructuosamente responder las múltiples interrogantes que cada minuto presentaba la conductora del programa. Así llegó al 9 de mayo del 2020, fecha en que las autoridades autorizaron mediante Decreto Legislativo N° 1495 nuevas modalidades para la prestación del servicio educativo, promoviendo entornos virtuales de aprendizaje mediante el uso de plataformas digitales como el zoom, google meet, WhatsApp y otras promovidas por los profesores y las mismas instituciones educativas que buscaban responder a las demandas de este necesitado y olvidado sector.
La educación presencial migró a la virtualidad llevando a sus usuarios a redefinir sus hábitos y adaptarse a este nuevo contexto. Alejandro Mario, que hasta entonces recibía contenido educativo mediante TV Perú, tuvo que dotarse de una computadora con cámara web, micrófono y conexión a la red; pues la Institución Educativa Solaris de Andahuaylas en la que estaba matriculado anunció la implementación de las clases virtuales mediante el Classrroom y el google meet, convirtiendo un “rinconcito” de su vivienda en su aula de clases, con 24 desconocidos rostros que se conectaban cada mañana a las 10 para recibir las lecciones de matemática, comunicación, arte y cultura e incluso educación física.
Cada día, la rutina era la misma: ¡buenos días niños! Asentía la maestra, con voz amigable pero llamativa, a fin de captar la atención de los educandos del primer grado e invitarles a leer y escribir. De vez en cuando, algún pequeño encendía su micrófono y consultaba la hora en que terminaría la lección, pues ya se encontraba cansado; lo insólito era que la maestra hacía 10 minutos que había aperturado el aula virtual. Rápidamente los inquietos niños de seis años aprendieron a manejar cada herramienta de la plataforma; por su parte, Alejandro Mario conocía muy bien el significado de cada símbolo: “cerrar micrófono”, “levantar la mano”, “encender la cámara” y “compartir pantalla”, pues su uso fue habitual durante esta modalidad de clases. Una de las tantas limitaciones de la virtualidad era la legibilidad de las letras y los números, y más aún para quienes recibían las lecciones a través de un equipo móvil que apenas soportaba el meet; no faltaron los días en los que la red fallaba y se perdía conexión, o esos desesperantes momentos cuando la cámara y el micrófono concertaban para no responder.
Entre las anécdotas están quienes llegaban tarde a las lecciones virtuales, algunos participaban más que otros y acaparaban la atención de la maestra; estaba el grupo que dominaba la lectura y otro que se encontraba en inicio, dos situaciones dialécticas que ameritaba un trato diferenciado e incluso personalizado. En este escenario la labor del maestro fue crucial, y el padre tuvo un rol definido. Alejandro Mario, como otros niños de su edad, mantenía la mirada en el computador por algunos minutos, pero luego se distraía y buscaba algo para jugar. Sin embargo, allí estaba la madre, velando por la educación del niño, dispuesta a reanimarlo para seguir con la jornada académica; pero este escenario no fue igual para todos, pues muchos padres tuvieron que salir a las calles no solo a enfrentarse contra el virus, sino también contra el hambre, dejando la educación de sus pequeños a cargo de un hermano mayor, tío o algún familiar.
Sin duda, el impacto del covid-19 en la educación peruana fue negativa, no solo por las brechas en infraestructura tecnológica y conectividad, sino también por la alta cifra de deserción y abandono escolar, como lo demuestra el reporte del Minedu (2021) que evidencia un total de 124 mil 533 escolares que interrumpieron sus estudios durante la pandemia, llevando a reflexionar sobre la educación con enfoque de derecho, para que el acceso no sea opcional sino obligatorio en todos los niveles.

Así fue la educación virtual en tiempos de pandemia y Alejandro Mario, siempre guardará en su haber los innumerables episodios de la virtualidad. El reto que implicó para él y su familia aprender a leer y escribir desde un computador con 24 amiguitos desconocidos no fue tarea fácil. Pues estos «niños de la pandemia» tuvieron que enfrentarse con valía y resiliencia el impacto del covid-19 en la vida cotidiana.
Ahora, Alejandro Mario ha regresado a las aulas físicas, provisto de una mascarilla, alcohol en manos y muchas ganas de seguir aprendiendo; el niño toma papel y lápiz para escribir su nombre y apellido e incluso es capaz de crear textos breves. Interactúa con sus amiguitos de edad a quienes solo conocía por medio de una pantalla y brinca entre las carpetas de su acogedor salón llamando la atención de su querida maestra. El corazón del Alejandro Mario se agita y se estremece, y por siempre recordará cómo fueron sus primeros años en la escuela, porque esos marcan la existencia de cualquier hombre.

